
Danubio en Caracas no es el nombre de un famoso río europeo sino el de una de sus más preciadas pastelerías. Representa también un compendio de sabores, aromas y texturas que evoca una rica historia de calidad y tradición. Sus apetitosas recetas, la frescura de sus productos, su esmerado servicio y acogedores espacios son reflejo del esfuerzo y la tenacidad de la familia fundadora, los Kerese, cuyas preparaciones despiertan la alegría de los paladares venezolanos desde hace cuatro décadas.
Todo comenzó en 1970, cuando Pal Kerese y su esposa Evelia adquieren un pequeño negocio en la calle Guaicaipuro de Chacao, donde aún funciona la sede principal. El emprendedor Pal era un inmigrante húngaro que había arribado a Venezuela en 1948, huyendo de la segunda Guerra Mundial. La voluntariosa Evelia provenía de su natal San Cristóbal, Estado Táchira, y trabajaba en Caracas desde los 14 años de edad.
Ambos se enamoraron cuando laboraban en una famosa pastelería francesa en la esquina de Ibarras, a finales de los años cuarenta.
Pal bautizó a la incipiente pastelería en homenaje al río que baña su ciudad natal, Budapest. Junto a su esposa y a sus dos primeros hijos, Alejandro y Pablo, comenzaron a elaborar en un principio recetas de tradición europea hasta que poco a poco fueron incorporando platos característicos de la cocina venezolana. Hoy en día, la variedad distingue la oferta de Danubio: desde el cachito de jamón del desayuno o los ligeros almuerzos del mediodía hasta las crujientes tartaletas con humeante café con leche que animan las meriendas a media tarde.
En la sede principal de Chacao se encuentra el taller de creación de sus emblemáticas elaboraciones, que surten a las seis pastelerías que extienden la tradición por toda Caracas: la Danubio de Santa Rosa de Lima (inaugurada en 1989), la del Multicentro Empresarial del Este, en Chacao (creada en 1994), La Trinidad (2004), Macaracuay (2008), Las Cúpulas (2012) y las que faltan por venir…
Los seis establecimientos son atendidos por la familia Kerese, herederos de los valores y el amor al trabajo de Pal Kerese.
Danubio no conoce de franquicias. Si algún secreto ha sabido guardar bien los Kerese es el éxito del negocio familiar. “Danubio es como nuestra casa. Para nosotros ir al trabajo no es ningún sacrificio”, afirma Evelia con orgullo.
Mantener la calidad es la fórmula más preciada de Danubio. Todos los platos son preparados al día con los mejores productos. Por algo, el encanto familiar de su recetario ha permanecido inalterable desde hace 48 años.